martes, 12 de marzo de 2013

Los mamuts que llegaron al sur

El mamut lanudo es quizá la especie más emblemática de las glaciaciones. Su paso por la península Ibérica nos dejó un buen número de restos, tal como se describió en la entrada anterior, llegando a alcanzar la latitud de Granada, concretamente el yacimiento de Padul, en su migración hacia el sur durante los momentos más fríos. Sobre este punto nos detendremos algo más en esta entrada.
Mandíbula de mamut de Padul
Foto: Diego J. Álvarez Lao
La turbera de Padul es un entorno peculiar, muy diferente de la imagen que nos podemos hacer del paisaje andaluz. Está situada en Sierra Nevada a una altura entre los 700-800 metros sobre el nivel del mar. Esta altura y el entorno montañoso le confieren unas condiciones ambientales particulares que, durante los episodios más fríos del Pleistoceno Superior, permitieron que los mamuts vivieran aquí. Por aquel entonces, la turbera estaría formada por un terreno anegadizo, encharcado por zonas, en cuyo entorno crecía una vegetación herbácea idónea para su alimentación, creando así un enclave especialmente favorable para esta especie. Eventualmente, algunos de los individuos penetrarían en el interior de la turbera y quedarían atrapados en este terreno anegadizo. Sus cuerpos se enterrarían y, tras miles de años, los paleontólogos pudimos tener acceso a sus huesos muy bien conservados. Estos huesos nos han contado historias interesantes. En primer lugar, nos han permitido saber que los mamuts poblaron la turbera de Padul al menos durante un periodo de unos 10.000 años, ya que las dataciones realizadas nos han proporcionado fechas de entre 30.000 y 40.000 años. No podemos saber con seguridad si se establecieron aquí de forma permanente durante todo este tiempo, pero sospechamos que no lo hicieron. Uno de los motivos que nos llevan a esta idea es el hecho de que la talla de los ejemplares de Padul es igual a la de los mamuts centroeuropeos, con los que se les ha comparado (hemos podido estimar la altura de uno de los ejemplares granadinos en 2,7 m). Si los mamuts de Padul hubiesen permanecido durante diez milenios seguidos, es muy posible que hubieran desarrollado alguna peculiaridad física, concretamente una disminución de talla, en relación con su posición geográfica tan meridional y de acuerdo con la regla biológica de Bergmann, de la que ya se ha hablado en la entrada anterior. Los datos apuntan a que más bien su presencia debió producirse de forma temporal (durante años especialmente fríos), o incluso estacional. Esto último tampoco debería parecernos tan improbable, pues se sabe que los elefantes africanos actuales pueden realizar migraciones estacionales de cientos de kilómetros en busca de alimento y agua. Más aún, los renos actuales del norte de Canadá (más conocidos como caribúes) realizan migraciones de hasta 1.300 Km. al año en busca de pastos adecuados.
Los restos de Padul nos han indicado que corresponden a, al menos, cuatro individuos (hay que tener en cuenta que tan solo se ha investigado una reducida parte de la turbera, por lo que su número real podría ser mucho mayor), constituyendo la población más numerosa de esta especie conocida hasta ahora en la península Ibérica. Desafortunadamente no poseemos esqueletos completos, pero sí que se han podido recuperar tres mandíbulas en muy buen estado, además de una defensa completa (expuesta en el Parque de las Ciencias de Granada) y numerosos restos de huesos de extremidades y molares. El estado de desarrollo de sus dientes y huesos nos ha permitido conocer que los 4 individuos murieron a una edad avanzada, de entre 43 y 55 años, según los ejemplares. Algunos, además, han mostrado claros indicios de padecer enfermedades del hueso, tales como artrosis. Esto nos sugiere que quizá los animales muriesen al caer en la turbera y no poder salir debido limitaciones físicas propias de su edad o de las enfermedades que padecían.
El yacimiento de Padul presenta también especial interés por ser el más meridional de toda Europa que nos ha proporcionado restos de mamut lanudo (situado a la latitud de 37º01’ N), lo cual marca el límite sur de su distribución en nuestro continente. Tan solo un yacimiento, situado al otro extremo del gran continente eurasiático (en China), ha proporcionado restos ligeramente más meridionales de esta especie (a latitud 36º35’N). Las causas de semejante migración, tal como se apuntaba en la entrada anterior, no estarían relacionadas con el intenso frío, al que estos animales estaban bien adaptados, sino con la disponibilidad de alimento: los mamuts migraron al sur durante los momentos más fríos y áridos buscando los ambientes de tundra-estepa disponibles, cuando el norte y parte del centro de Europa se encontraban cubiertos por el hielo.

Link al artículo original: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0031018209001692

Algunos de los medios nacionales que se hicieron eco de esta noticia: El País, El Mundo, ABC, Agencia SINC, La Nueva España, La Voz de Asturias, El Comercio, Muy Interesante.