jueves, 12 de diciembre de 2013

El yacimiento Pleistoceno de Jou Puerta (Llanes, Asturias) (parte II)

El estudio paleontológico de la cueva de Jou Puerta acaba de publicarse en la revista científica Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology (ver enlace al final), sus principales resultados se resumirán en las siguientes líneas.
Los fósiles se hallaban dispersos en una acumulación de derrubios (arcilla y piedras, fundamentalmente) que, a lo largo del tiempo, irían entrando en la cueva y rellenándola hasta terminar por taponar la entrada a la cavidad.
Sección de la dolina y cueva de Jou Puerta, indicando la disposición
de los depósitos principales. Ilustración: Diego Álvarez Lao
El origen de la acumulación fósil está en relación con una trampa natural, es decir, una sima o pozo natural donde los animales caían y morían (bien por el golpe o bien de inanición, al no poder salir de allí) y sus restos se acumularon y se conservaron a lo largo de los miles de años. Tenemos importantes pruebas que nos confirman esta hipótesis: en primer lugar, la morfología de la cavidad nos da una pista fundamental, pues se trata de una dolina (cavidad con forma de embudo) en cuyo fondo se abre un gran agujero que comunicaba con la cueva situada debajo. Los animales que caían accidentalmente en la dolina (de paredes muy verticales) llegaban directamente a la cueva, sin poder salir de allí. En segundo lugar, el grado de conservación de los huesos es, en la mayoría de los casos, muy bueno, lo cual resultaría imposible en el caso de que fuesen humanos o carnívoros quienes aportasen los huesos al yacimiento (los depredadores, tanto humanos como carnívoros, destrozarían los huesos en fragmentos pequeños para extraer la médula o incluso comerse los propios huesos, en el  caso de las hienas).

Midiendo un húmero de rinoceronte
lanudo. Foto: Diego Álvarez Lao
El conjunto de especies presentes en el yacimiento es otro aspecto de gran interés, ya que hay dos especies claramente indicativas de clima frío: el rinoceronte lanudo y el mamut lanudo. La presencia de estas especies, por sí misma, le confiere ya un interés muy elevado al yacimiento, pues nos indica que el depósito de los restos se produjo en un momento de clima muy frío y árido. La edad de los fósiles se ha datado por el método del Carbono 14, proporcionando un rango de edad entre 30.000 y 36.000 años de antigüedad, lo que coincide con el denominado Estadio Isotópico 3, un episodio de la última glaciación en el que acontecieron momentos de clima extremadamente frío a nivel global. La presencia de estas dos especies en yacimientos ibéricos no es frecuente, lo que le aporta un interés adicional al hallazgo.
Desde el punto de vista paleontológico, el yacimiento nos ha proporcionado uno de los conjuntos
Algunos restos de rinoceronte lanudo de Jou Puerta: molares
superiores, mandíbula, húmero, "mano" derecha y extremidad
anterior izquierda. Foto: Diego Álvarez Lao.
más completos de restos de rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis) hallados en la Península Ibérica, con un total de 105 restos correspondientes a un total de 3 individuos (2 jóvenes y un adulto viejo). Entre los restos destacan una mandíbula inferior, muy bien conservada, numerosos dientes aislados, restos de una extremidad anterior bastante competa, vértebras, una pelvis y otros restos de casi todas las partes del cuerpo. Destaca un húmero de extraordinario tamaño y robustez, que ha resultado ser uno de los de mayor talla conocido en el registro fósil de esta especie.

Otra especie de gran interés es el mamut lanudo (Mammuthus primigenius), del cual tan solo se han recuperado cuatro restos dentales de un ejemplar infantil: se trata de una defensa (mal llamada “colmillo”) y tres fragmentos de un molar, correspondientes a un pequeño individuo que murió cuando tenía un año y medio o dos de edad.
Distribución de algunos de los restos de rinoceronte lanudo
hallados en Jou Puerta. Foto: Diego Álvarez Lao.
En Siberia se hallan con cierta frecuencia restos de “bebés” de mamut, ocasionalmente congelados. Se trata, muy posiblemente, de individuos de se separaron accidentalmente de la seguridad de su manada y se vieron envueltos en situaciones peligrosas que les llevaron a la muerte. En el caso de Jou Puerta, el pequeño mamut, que seguramente se despistó de su manada, se cayó por la dolina sin que ningún miembro de su grupo pudiese advertirle del peligro. Sus restos se conservaron en la cueva y nos cuentan su historia.


Megaloceros y fragmento de asta hallado en Jou Puerta.
Foto y dibujo: Diego Álvarez Lao
Otra especie de gran interés presente en este conjunto es el megaloceros o ciervo gigante (Megaloceros giganteus), cuya talla es mayor que el actual alce, del que se han recuperado algunos fragmentos de una de sus descomunales astas. Tan sólo otros 9 yacimientos ibéricos han proporcionado, hasta la fecha, restos de este gran ciervo, por lo que este hallazgo presenta gran relevancia.
También es destacable la presencia del leopardo, el único carnívoro presente en el yacimiento, que nos ha dejado un molar de leche.
Uno de los puntos de mayor interés de este conjunto fósil es su composición faunística: aunque, como hemos visto, hay presencia de especies claramente indicativas de frío, el conjunto está dominado por el ciervo, una especie que es más abundante en los momentos templados. También la presencia de corzo suele estar asociada a climas templados. Esto da lugar a una particular situación de mezcla de faunas, que difiere de la típica “fauna del mamut” que habitaba Europa Central y Siberia durante la última glaciación y que estaba compuesta en su práctica totalidad por especies propias de clima frío. Este carácter de “mezcla de faunas”, no obstante, se ha registrado ya en otros yacimientos ibéricos, principalmente del norte, lo que parece indicar una particularidad propia de la fauna de nuestra península durante los episodios más fríos del Pleistoceno Superior.

Piezas de mamut lanudo recuperadas en
Jou Puerta y su ubicación en el cráneo.
Foto e ilustración: Diego Álvarez Lao.
Por último, podría destacarse otra característica que nos hablaría de la conducta de los animales: la mitad de los individuos presentes (en general, de todas las especies) son jóvenes o inmaduros (con dentición de leche). Este hecho también podría estar de acuerdo con el origen del yacimiento en relación con una trampa natural, ya que los individuos jóvenes, al poseer menos experiencia en los peligros de la vida, son más susceptibles de verse envueltos en situaciones peligrosas que les pueden llevar a la muerte, como ya se ha indicado para el caso del mamut. 
Las características del yacimiento (tanto en su génesis como en su composición faunística) son muy semejantes a las del yacimiento de Cuerres (Ribadesella), ya citado en una entrada anterior, cuya excavación se encuentra actualmente en curso y nos está proporcionando unos materiales sorprendentes. La información que nos aporten estos dos excepcionales yacimientos nos permitirán conocer con mucha precisión las características ambientales de la región cantábrica durante la última glaciación.

Enlace al artículo original: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0031018213004677 

domingo, 1 de diciembre de 2013

El yacimiento Pleistoceno de Jou Puerta (Llanes, Asturias) (parte I)


 
Tras un parón de dos meses (motivado por el comienzo del curso académico), vuelvo a retomar el blog y a hablar de las faunas propias de las épocas glaciares. En esta ocasión voy a tratar de un yacimiento que tuve la fortuna de poder excavar hace un par de años y que constituye uno de los mejores conjuntos faunísticos de macromamíferos propios de clima frío, de la península Ibérica. Se trata del yacimiento de Jou Puerta, situado en la localidad de Puertas de Vidiago (Llanes, oriente de Asturias), muy notable por varias causas de las que iré hablando en las siguientes líneas.

Dolina al fondo de la cual se abre la entrada a la cueva de
Jou Puerta.  Foto: Diego Álvarez Lao
La acumulación fósil se produjo en una cueva situada al fondo de una dolina. La cueva, oculta durante milenios, quedó al descubierto en abril de 2011 a causa de los trabajos de movimiento de tierras realizados en las obras del Autovía del Cantábrico (tramo Pendueles-Llanes). En una primera prospección llevada a cabo por la arqueóloga María Noval se descubrió el notable conjunto de huesos fósiles que estaban extendidos por la superficie de la cueva, la mayoría de ellos conservados en excelentes condiciones. Tras la visita a la cavidad por parte de dos paleontólogos de la Universidad de Oviedo (Miguel Arbizu y yo mismo), se determinó que el elevado valor paleontológico era evidente, por lo que era imprescindible recuperar dichos restos. Tras los debidos trámites administrativos, la excavación se llevó a cabo durante el mes de junio de 2011, a un ritmo muy fuerte, pues tan sólo se pudo contar con un mes para las labores de campo ya que la obra de la autovía debía avanzar y el tiempo apremiaba.
Diego Álvarez y María Noval examinando
una Pieza. Foto: Javier Calzada
La excavación fue realizada por un equipo de 3 personas: una arqueóloga (María Noval), un geólogo (Guillermo Santos) y yo mismo como paleontólogo. Nuestra labor consistió en recuperar, con los métodos más adecuados, la mayor cantidad posible de restos paleontológicos. El trabajo de excavación fue bastante engorroso, pues el sedimento estaba formado por una arcilla muy húmeda de difícil manejo. No obstante, la abundancia de fósiles bien conservados era tal que la satisfacción de excavarlos hacía olvidar todas las incomodidades.
Algunos de los restos se encontraban en un estado de extrema fragilidad, lo que obligó a realizarles una “momia” o cobertura de espuma de poliuretano para poder extraerlos de la cueva sin riesgos y llevarlos al laboratorio, donde se realizaría la restauración en condiciones controladas.
Cueva de Jou Puerta. Foto: Diego Álvarez Lao
En otros casos, 
Guillermo Santos y Diego Álvarez extrayendo
un húmero de rinoceronte. Foto: María Noval.
algunos huesos se encontraban cubiertos parcialmente por costra estalagmítica, lo que dificultó en gran medida su extracción, obligándonos a usar “maquinaria pesada”, como sierras radiales. Por suerte, el volumen de material recuperado fue muy alto (más de mil restos) y, tras una prospección exhaustiva de toda la cavidad, se llegó a la conclusión de que se había recuperado prácticamente todo el patrimonio paleontológico de la cavidad. La suerte que corrió la cueva tras su excavación fue bastante triste: las obras obligaron a destruirla, pues estaba situada justo en medio del trazado de la autovía. Además de su valor paleontológico, la cueva poseía galerías de gran belleza, con desarrollos de estalactitas y estalagmitas, gours… una lástima. Por supuesto, este tema podría suscitar un acalorado debate (de hecho, la prensa se hizo eco de ello), pero no es mi intención entrar en esa polémica.

Pelvis y húmero de rinoceronte lanudo cubiertos parcialmente de costra
estalagmítica (izda.); cráneo de cabra en superficie. Fotos: Diego Álvarez Lao.
Restauración de una mandíbula de
rinoceronte. Foto: Diego Álvarez Lao
Tras la excavación, vino la fase del trabajo de laboratorio, que consistió en la limpieza, consolidación, restauración (en ocasiones, reconstrucción), siglado y elaboración de la base de datos, de los más de mil restos recuperados. Una labor ardua, pero un auténtico placer poder trabajar con materiales de semejante calidad.
A continuación, y ya con el material perfectamente en condiciones, se procedió al estudio paleontológico de este magnífico conjunto faunístico, cuyos principales resultados se expondrán en la siguiente entrada.